A dos años del ataque a Daniel Zamudio, en Chile, se han producido
algunas reformas que intentan responder al problema de la opresión hacia
transexuales, gays, lesbianas, en definitiva, a toda la población
no-heterosexual. Este panorama debería ser más alentador, pero frente a
garantías que nos dan como grupo social al cual el Estado y los gobiernos deben
responder, avanzan en política aquellos grupos que nos rechazan como parte de
la sociedad. Por ejemplo en Uganda, se firma una ley que penaliza a cadena perpetua
ser homosexual, así como también se penaliza a quienes les defiendan, o incluso
“callen su homosexualidad”. En Rusia, la avanzada de la homolesbotransfobia, ya
alcanza el nivel de Estado, es así que nuevas formas en que la homofobia se
instituye en el Estado, son contradictorias frente a un escenario internacional
que pareciera dar mayores garantías democráticas hacia las personas
no-heterosexuales. Es que es tan político, en el momento en que pensamos que en
Chile luego de la promulgación de la ley antidiscriminación, “Ley Zamudio”, que
estuvo años secándose en el congreso desde los gobiernos de la concertación y
fue utilizada por Piñera para legitimarse ante la indignación popular, los
casos iban a disminuir, pero sucedió que las denuncias al hacerse más visibles,
mostraron nuevxs Zamudixs: golpeadss, asesinadxs, discriminadxs. Un chico de
San Francisco de Mostazal pierde su pierna a propósito de una golpiza, Brandon
muere en un confuso incidente, Esteban Parada también es asesinado. En las
calles los defensores de la “vida” y el “amor” de Dios, en una ofensiva de
propaganda “Vuélvete a Cristo”, se oponen al proyecto de vida en pareja y en
contra del aborto: son los mismos que defienden “la vida”, quienes agitan y
legitiman ideas de odio, los mismos que permiten una vida precaria para algunos
y otra llena de privilegios para otros. Frente a este escenario dinámico,
fuimos testigos del emerger de una juventud que se levantó sin miedo en los
liceos, en las universidades contra la homofobia, y contra el machismo, como
parte también de este proceso, llegamos a la síntesis que frente a esta
marginación, frente a esta violencia, no podemos seguir siendo víctimas y
montar carnavales para hacernos ver más amigables, llegamos a la síntesis de
que es hora de pasar a esa ofensiva, contra el machismo, contra la
homolesbotransfobia, contra la explotación, la precarización, que la lucha de
lxs oprimidxs y lxs explotadxs sea una sola lucha.
Hoy, recordar el ataque a Zamudio no es recordar con miedo un ataque, es
recordar todos los ataques de la historia, es recordar a las primas calcinadas
en la discoteque Divine de Valparaíso, es recordar los fichajes policiales que
hacía la concertación en los años 90’s, es recordar los tiempos de
higienización social del paco Ibañez y González Videla, es recordar a las
primas que se las comían perros hambrientos en dictadura, es recordar a las
primas enviadas en barcos hacia el nunca jamás, es recordar la caricatura que
hizo de nosotros incluso la Unidad Popular. Desde el día del ataque a Zamudio,
hasta el día de su muerte, debemos transformarlo en una jornada de lucha, en
una jornada de protesta, de levantarnos contra la homofobia, contra el
patriarcado, contra el capitalismo y todo este sistema que mantiene un régimen
opresivo hacia nuestra diferencia, como trabajadorxs, como estudiantes, como
probladorxs no-heterosexuales.
En la conmemoración del ataque a Zamudio también recordamos que en el
gobierno de la Nueva Mayoría solo se estudiará la posibilidad y la viabilidad
de un posible proyecto de matrimonio igualitario, sabemos que su preocupación
es superficial al igual que con las mujeres: ¿tendrán acaso acceso al aborto?,
al igual que con lxs trabajadorxs ¿acabará el subcontrato?, ¿acabará la
precarización laboral?, ¿acabará la explotación?, ¿podrán ir nustrxs compañerxs
transexuales, travestis, trabajar sin que en los lugares de trabajo se les
obligue a vestirse según lo que dicta su sexo en el carnet?: sabemos que no.
Recordamos en esta conmemoración que nuestra lucha es contra este
sistema que no permite que tengamos dignidad cotidiana. Porque no hay
revolución socialista sin revolución sexual.
"Por
un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente
libres". Rosa Luxemburgo.
A
quemar el Clóset
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