lunes, 10 de febrero de 2014

#TodasQuierenSerRickyMartin

#TodasQuierenserRickyMartin

Ya pasada la noticia de que Nelson Mauri se reconociera a sí mismo como homosexual; los medios de comunicación se encargaron de reprochar a quienes se burlaron de la poca sorpresiva confesión del ex bailarín, manifestando que cómo activistas de la diversidad sexual que luchan por la igualdad se ríen del valiente jovencito recién salido de la comodidad de su clóset. La confesión de Nelson,  lejos de ser “un lindo gesto de confianza y comodidad” como el mismo expresó, esconde un trasfondo social que pone en jaque las banderas de la igualdad.

Si bien marchamos, no lo hacemos como el Movilh, MUMs, Iguales y Acción Gay que marchan por una igualdad a secas, una igualdad que aspira a ser heterosexual que suprime las diferencias. Nosotrxs marchamos por derribar el sistema patriarcal,  que oprime en conjunto a mujeres y a no-heterosexuales, por derribar el capitalismo que nos separa en clases; porque no concebimos tal igualdad,  porque nuestras condiciones son diferentes;  porque ellos son hombres homosexuales bien machitos, híper masculinizados, heterosexsualizados y aburguesados, que luchan por encajar y ser aceptados  en un sistema que no funciona para nosotrxs. Ya basta del discursillo de  la igualdad, reivindiquemos nuestras diferencias, pues tenemos necesidades y condiciones de vida diferentes; hoy necesitamos un discurso que no apele a una igualdad uniformada ni a una diferencia jerarquizada y paternalista, sino uno que ataque de raíz de los prejuicios morales ante las distintas formas de relación.

Nelson Mauri y nosotres tenemos muchas diferencias: que no es sólo la manera de salir de clóset, muchxs no tenemos ese clóset protector de los prejuicios morales ni medio de comunicación que nos cuiden el culo; nuestras diferencias varían en fluorescentes matices, desde el nivel y la forma en cómo vivimos la violencia de la sociedad machista generada por tener una sexualidad distinta a la heterosexual, hasta el cómo nos relacionamos y nos desarrollamos como individuos pobres y marginados, porque mientras él tiene toda la aprobación de gran parte de la población, nosotrxs somos la escoria mal mirada por nuestros vecinos, somos golpeadxs e incluso arriesgamos  a perder la vida en cualquier esquina después de un carrete; él puede sostener un techo y parar la olla usufructuando con su potifrunci sexualidad mientras para nosotrxs supone una carga mayor, porque mientras para él esto supone un problema de imagen pública, para nostrxs la problemática es la precarización del trabajo que nos impacta directamente, con la subcontratación basada en un código laboral heredada de una dictadura celebrada por viejas cuicas que golpeaban las ollas, con trabajos que vulneran nuestra identidad y nos obligan a disfrazarnos. O sea nuestra diferencia es de clase.
Nos reímos del olvidado farandulero por su ridícula salida del clóset a lo Ricky Martin, no porque todo quien vea tele supiera ya su sexualidad, sino por lo aplausos y la calidad de víctima que se autoproclama y le entrega el circo mediático por ventilar su sexualidad como si fuera algo realmente importante, como si no fuera una medida populista por parte de él para obtener nuevamente cabida en los medios de comunicación, los mismos que hacían reportajes de la “sórdida vida nocturna fleta santiaguina”, los mismos cómplices de la dictadura que nos encerraron y tildaron de sidosas, e hicieron de nosotras un espectáculo. Nos da risa , no da arcadas que todas las figuras públicas “gay” sean presentadas como víctimas de una sexualidad enferma, compadeciéndolos de su triste vida de colita deseada por sus jefes,  nos hace gracia y nos repugna la hipocresía de los medios compasivos que se lavan el rostro con la bandera del arcoiris en nombre del progreso. 

No somos como Ricky Martin que puede tener su pareja y arrendar un útero, ni como sus aspirantes a ser el guapetón icono de una comunidad rosibunda que se cae pedazos por la acción del capitalismo y del patriarcado, no, nosotrxs no tenemos privilegios ni medios de comunicación que nos protejan en caso de que nos miren feo o nos violen en la calle. 


Le Nube y Le Fer

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